Desenterrando un tesoro en el Valle de los Reyes
En 1905, las arenas del Valle de los Reyes de Egipto dieron lugar a un hallazgo extraordinario. El egiptólogo británico James Edward Quibell descubrió la tumba KV46, que albergaba las momias de Yuya y su esposa Thuya. Este descubrimiento cautivaría al mundo y proporcionaría información sin precedentes sobre la antigua nobleza egipcia.
El lugar de descanso final de un cortesano
Yuya, un destacado cortesano de Akhmim, ostentaba títulos prestigiosos como “Teniente del Rey” y “Maestro de la Caballería”. Como profeta de Min y “Superintendente del Ganado”, desempeñó un papel importante en la vida religiosa y económica del antiguo Egipto.
La momia que rivalizaba con los reyes
Una tumba de esplendor incomparable
Hasta el descubrimiento de la tumba de Tutankamón dieciséis años después, el lugar de descanso de Yuya y Thuya era considerado como la tumba “intacta” más espectacular del Valle de los Reyes. A pesar de que Yuya no pertenecía a la realeza, la riqueza de los artefactos y la conservación de las momias eran verdaderamente notables.
La momia de Yuya: una ventana al pasado
Sir Grafton Elliot Smith describió la momia de Yuya como uno de los mejores ejemplos de embalsamamiento de la XVIII Dinastía. El cuerpo, que se estima que era el de un hombre de entre 50 y 60 años al morir, ofrecía información extraordinaria:
Cabello ondulado y amarillento (probablemente decolorado por los materiales de embalsamamiento) Cavidad corporal llena de lino empapado en resina Brazos cruzados sobre el pecho con los dedos extendidos Cuencas oculares y párpados cuidadosamente preparados
Un legado preservado a través del tiempo
Rastros de un antiguo robo
Aunque fue saqueada en la antigüedad, la tumba aún contenía numerosos tesoros. Un collar de cuentas de oro y lapislázuli parcialmente ensartado, encontrado detrás del cuello de Yuya, daba pistas del esplendor original de la tumba y de la prisa de los antiguos saqueadores.
Rostros del pasado
La excepcional conservación de las momias de Yuya y Thuya, en particular sus rasgos faciales, ofrece una visión sin precedentes de la apariencia de estos individuos hace más de tres milenios. Este notable hallazgo continúa fascinando a los académicos y al público en general, ofreciendo una conexión tangible con el glorioso pasado de Egipto.