A lo largo de la historia, la muerte se ha utilizado como forma de castigo, a menudo de la forma más espantosa. Uno de esos métodos de ejecución era la práctica de clavar una cabeza cortada en una estaca. En épocas pasadas, esto no sólo servía como castigo, sino también como castigo para los demás. La brutalidad de estos actos se asociaba a menudo con la misteriosa propagación de enfermedades, como la hepatitis, que hoy sabemos que sigue siendo una amenaza importante para la salud pública.
La hepatitis B, un virus que afecta al hígado y se propaga a través de la sangre, ha sido una causa de muerte silenciosa y persistente durante siglos. Al analizar un niño momificado de hace más de 500 años, los científicos descubrieron que el virus era idéntico al de las cepas modernas. Esto sugiere que el virus ha permanecido prácticamente intacto, lo que es fascinante y alarmante. El virus ya era notablemente eficaz para propagarse a través de las poblaciones humanas, y aún no está claro si estamos más cerca de una cura definitiva.
Otro recordatorio del brutal pasado de la humanidad se puede encontrar en las historias de ejecuciones en el Imperio Romano. Los historiadores han especulado desde hace tiempo que se utilizaban leones para llevar a cabo ejecuciones públicas de criminales. Se encontraron pruebas de esta práctica en un descubrimiento de 2016 en Epsilad, donde una llave de aleación de cobre de alrededor del año 200 d. C. mostraba un mapa en el que se veía a un león luchando, mientras unos jóvenes aterrorizados observaban. Este dato confirma que los romanos, en sus conquistas de regiones lejanas como Gran Bretaña, practicaban estas horrendas ejecuciones. Los romanos fueron transportados desde lugares como Mesopotamia y el norte de África hasta el exterior y el interior de las grandes áreas del imperio. El descubrimiento nos recuerda que los romanos, a pesar de sus impresionantes avances tecnológicos y maravillas arquitectónicas, también eran conocidos por sus bárbaros métodos de castigo, incluido el de arrojar a los criminales a las bestias.
Los vikingos también dejaron su propio y sombrío legado. En Noruega, un reciente descubrimiento de tumbas vikingas arrojó luz sobre el trato cruel que daban a los esclavos. Entre los restos de guerreros, los investigadores encontraron tumbas que contenían los cuerpos decapitados de esclavos, enterrados junto a sus amos. Estos esclavos a menudo eran sacrificados y tratados como algo más que herramientas para la vida después de la muerte de sus amos. Este descubrimiento nos revela un lado más oscuro del mito vikingo, recordándonos que los llamados “feroces asaltantes” no eran sólo guerreros sino también traficantes de esclavos que utilizaban la violencia para someter y controlar.
Uno de los descubrimientos arqueológicos más extraordinarios de los últimos años fue el de un enorme dolmen en Fraice, que se cree que es el más grande de su tipo en el mundo. Esta estructura funeraria, que data de hace entre 4.500 y 5.000 años, se construyó utilizando enormes escaleras, algunas de las cuales pesaban hasta 40 toneladas. El propósito de estas cámaras funerarias reales sigue siendo poco claro, y aunque las leyendas locales sugieren que fueron construidas por hadas, no hay pruebas concluyentes. Sin embargo, la magnitud de estos acontecimientos habla de las distancias que las sociedades humanas sienten al esperar a sus muertos, utilizando escaleras que habrían sido increíblemente difíciles de mover sin la tecnología moderna.
De manera similar, el descubrimiento de un cuerpo momificado en barro en Egipto ofrece una visión extraña de un enfoque diferente de la conservación. A diferencia del proceso de momificación costoso y elaborado que utilizaba la élite egipcia, algunas personas, en particular las de las clases sociales más bajas, optaron por un método más asequible. Utilizando barro, estos ciudadanos más pobres intentaron preservar a sus seres queridos de una manera que imitaba las prácticas de los ricos, pero sin el mismo nivel de sofisticación. Esta “momificación del descubrimiento” es un recordatorio de cómo las personas a lo largo de la historia intentaron participar en los rituales de los poderosos, incluso si no podían permitírselo en el mapa tradicional.
Estos descubrimientos, desde enfermedades virales hasta ejecuciones horrendas y momificaciones primitivas, resaltan la brutalidad y la falta de recursos de las culturas ancestrales. Nos recuerdan que, si bien las civilizaciones ancestrales contribuyeron mucho a nuestro ordenamiento del mundo, también practicaron métodos de castigo y conservación que parecen chocantes para los estándares actuales. ¿Qué piensas de estas prácticas ancestrales? ¿Deberíamos juzgarlos todavía a través de los principios de la moral moderna, o tiene algún valor considerarlos en el contexto de su tiempo? Déjanos saber tu opinión.