La infancia está llena de pequeños tesoros que, con el paso del tiempo, se convierten en recuerdos imborrables. Desde las risas espontáneas jugando en el parque hasta el aroma de los platillos favoritos preparados con amor por la abuela, cada instante guarda una magia especial. Son esos momentos simples, como un abrazo cálido de mamá o el orgullo de un dibujo mostrado con entusiasmo, los que permanecen grabados en el corazón. La niñez es un cofre lleno de dulces experiencias que, aunque breves, dejan una huella eterna, recordándonos la pureza y alegría de esos primeros años de vida.